Cada año, desde tiempos inmemoriales, llegan las fechas estivales y comienza el baile.
Las más guapas esperan bien sentaditas, sabiendo que se pegaran por sacarlas a bailar. Se dejan querer.
En el mercado de fichajes pasa lo mismo, los grandes jugadores, son concientes de su status y esperan al mejor postor, la mejor opción.
Todo verano que se precie, tiene su canción, pegadiza pero repetitiva y bastante cargante.
El deporte y sobretodo el periodismo, nos ofrece su “hit” veraniego en forma de culebrón o mejor dicho pesadilla, para gente con poca paciencia como un servidor.
Mil portadas, dimes y diretes, ahora viene ahora no, en definitiva, un monográfico del jugador de turno.
Tengo una teoría muy particular en relación a estos jugadores y a estas negociaciones eternas.
Hablo como aficionado, cuando me paso un verano o incluso 3 y no quiero nombrar a nadie… Me pueden pasar 2 cosas, que a base de repetir lo bueno que es, la falta que nos hace y el mareante carrusel de cifras, la reacción drástica… que todo se haga tan y tan pesado que como se dice vulgarmente le coja “tirria” y la opción Light, es que mire cada partido al jugador con lupa, esperando que lo haga mejor que los demás, que justifique el tormento de pasar un verano con su nombre hasta en la sopa.
Los hay de todos los colores y sabores como los helados, ya que hablamos de veranito.
Los que pasan sin pena ni gloria. Como es el caso de Robinho en el Real Madrid, tras ver portadas de Marca y As como para empapelar mi casa, el brasileño dejo un manual de cómo subir al tourmalet con su exhibición de bicicletas y poquito más.
Los que al cabo de los meses nadie quiere ser el responsable de su fichaje. Podría dar mil ejemplos, desde Anelka, a Gerard Lopez, pasando por Karembeu.
Pero si alguien me hizo pasar un verano, sin comprar la prensa, ese fue Secretario.
Lateral portugués que acabo jugando, bueno… en plantilla del conjunto blanco.
FcBarcelona y Real Madrid, se pasaron todo un verano en despachos por hacerse con sus servicios, portadas tanto madrileñas como catalanas los vestían con sus colores, se le llegó a llamar “el deseado”, como diría Schuster en su versión Crackoviana “No hasee falta desir nada mas”.
Pero aun queda el tercer tipo de culebrón, el más desesperante, en definitiva... el vende humo.
Jugadores que pasan toda su carrera sonando cada verano para un club y jamás llega su fichaje, tengo grabada a fuego en mi mente a base de repetirla cada periodo de fichajes, la mítica portada de Sport. “Los ases del Barça” donde mostraba 4 cartas, que se suponían eran frentes abiertos en negociaciones. Trezeguet, Vieri, Hasselbaink y el delantero de moda de esa temporada, supongo que por darle su parte de creatividad al redactor.
Solo puedo deciros… Paciencia, igual que la canción del verano, estos culebrones solo tienen 3 meses de vida.
JONATAN MONZON
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